Optimismo deprimente – Cómo la tiranía de la felicidad te amarga la vida

¿A QUÉ NOS REFERIMOS CON LA TIRANÍA DE LA FELICIDAD?

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Paramount Pictures

Básicamente, a todos los productos de la llamada “Psicología Positiva”. Esta alegre etiqueta alude a una moda psicológica que propugna el alejamiento de los psicodiagnósticos y el desarrollo de las emociones positivas para afrontar los incidentes de la vida. Suena bien, desde luego. El problema con esta doctrina, más arraigada en estanterías de autoayuda que en contextos serios, es en lo que se acaba convirtiendo: filosofía barata del buenrrollismo y en la falsa expectativa de que todo sea positivo a fuerza de buena actitud. Lo peor de las soluciones simplistas a problemas complejos no es que nos quedemos como estamos, si no que empeoramos.

 

AUDITORÍA CONSTANTE: ¿SOY FELIZ? ¿SOY FELIZ?

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MGM

Esta moda asume que la felicidad es el criterio del éxito en la vida. Que si no eres feliz estás fracasando y montándotelo fatal. Por muy acostumbrados que estemos, proponer la felicidad como criterio del éxito es un rotundo disparate. La felicidad, como el resto de emociones, es de naturaleza transitoria y baila al son de lo que nos ocurre. Pretender lo contrario nos obliga a cuestionarnos todo el rato si somos felices y si lo estamos haciendo bien. Esta auditoría constante nos amarga porque es imposible estar bien todo el rato, y acabamos viviendo esos lógicos vaivenes como fracasos personales.

 

CULPA POR SENTIR EMOCIONES DESAGRADABLES

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Warner Bros.

Según esta lógica perversa, si los reveses de la vida deben transformarse en oportunidades a golpe de actitud positiva, la tristeza es en una decisión personal. Si estoy mal es porque no me esfuerzo lo suficiente, o porque algo estoy haciendo mal. Por tanto me merezco estar así. Esta es la trampa de la tiranía de la felicidad. Porque se olvida de que las emociones desagradables son parte de la vida, y porque nos genera un doble malestar: primero por aquello que nos ha ocurrido en la vida y, después, por la culpa de no soportar mejor los envites del destino. A este malestar doble se le llama baja tolerancia a la frustración, y es el sustento de muchísimos problemas psicológicos.

 

ES UN ANÁLISIS SIMPLISTA QUE CORTA POR LO SANO

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Lionsgate

Esta filosofía de consumo rápido se asienta sobre principios endebles. Promete soluciones fáciles a problemas complejos y lo único que consiguen es liar más aún la madeja del sufrimiento humano. Para resolver problemas serios, como son los de naturaleza psicológica, lo primero que necesitamos es explicar lo que tenemos delante. Las emociones, tanto desagradables como agradables, cumplen una función adaptativa. No podemos pretender que desaparezcan, no mutan solo porque lo deseemos. Si el sufrimiento fuera inútil no existiría, habría acabado sepultado por selección natural ¿A que sería absurdo que los médicos solo se preocuparan por eliminar el dolor, y no de la patología médica que lo origina? Sería incluso contraproducente, ¿verdad? Pues eso es exactamente lo que pasa con la plaga de la felicidad a toda costa.

 

COMPARACIÓN CONSTANTE Y REDES SOCIALES

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Filmfonds Wien

El culmen de este proceso lo tenemos en nuestras redes sociales, donde tendemos a enseñar solo la parte feliz y sonriente de nuestra vida y a ocultar las partes desagradables, como si fueran algo vergonzoso. Así, el postureo es el signo de los tiempos y un concepto clave para entender a nuestra generación. Constantemente nos asomamos a las vidas de los demás para tener un indicador de cómo de bien (o de mal) lo estamos haciendo con nuestras propias vidas. Y esta comparación se establece sobre un único criterio: ¿soy más o menos feliz que las personas que aparecen en mi muro? Esta comparación hace que el proceso se viralice, es decir, se hace más intenso y generalizado.

 

DEMONIZACIÓN DE LAS EMOCIONES DESAGRADABLES

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New Line Cinema

De hecho, se pasan a llamar emociones negativas, como si fueran algo malo. El bicho de debajo de la cama, una entidad a desterrar de nuestras vidas. Las emociones desagradables -tristeza, frustración, ira, culpa, decepción, miedo, vergüenza, envidia- son una parte imprescindible de la vida y, exactamente igual que las emociones agradables cumplen una imprescindible función de adaptación al entorno. Experimentar emociones desagradables, además de ser inevitable, no nos convierte en alguien indigno o incapaz de afrontar la vida. Nos convierte en personas. Lo que sí se vuelve una pesada carga y una amargura es vivir cercenando una parte inherente a la vida.

 

ENTONCES ¿QUÉ HACEMOS?

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MGM

Cuando proponemos cargarnos la Felicidad como objetivo en la vida, no estamos apostando por el pesimismo y la miseria como alternativa. Lo que afirmamos es que las soluciones a problemas complejos como el sufrimiento han de ser más elaboradas. Tenemos que recurrir a principios y técnicas bien contrastadas, con una base sólida y que hayan demostrado su eficacia. Lo útil es analizar qué función cumplen en la vida de una persona los comportamientos y emociones que queremos modificar. A partir de ahí es cuando podremos emprender acciones sensatas para modificarlos. Estos principios no cuentan con un eslogan rápido, por eso alternativas como la Felicidad ganan terreno en el consumo inmediato. Pero si lo que queremos de verdad es aliviar el sufrimiento y acometemos este objetivo con la seriedad que requiere, estamos obligados a pasar de las modas y buscar opciones rigurosas. Aunque el marketing no esté de nuestro lado.

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Por José Manuel Campo