Por qué me comparo tanto con los demás

PERO SI ESO ES ALGO QUE HACEMOS TODOS…


Miramax Films

A pesar de su mala fama, la comparación es una forma de aprender nuevas conductas que funciona desde el amanecer de los tiempos y que tiene su base en la observación: a ver cómo lo hace el otro para hacerlo yo igual, o mejor. Si miramos a los demás para aprender no hay ningún problema. Lo peliagudo empieza cuando la comparación se convierte en nuestra guía para saber cómo debemos actuar nosotros. Convertir a los demás en nuestro criterio para hacer las cosas tiene dos consecuencias chungas: nos llena de inseguridades y acaba atrofiando nuestro propio criterio. Esto se debe, en gran medida, a que la comparación es el primer paso para entrar en una lógica de competición con los demás.

COMPETITIVIDAD


Netflix

A menudo confundimos un “resultado excelente” con “el mejor resultado”. Usamos estos términos como si fueran sinónimos. Y no lo son. La diferencia es que el mejor resultado se establece en comparación con un grupo. Ahí el criterio de éxito no tiene que ver con tu ejecución, sino con la posición que tienes sobre los demás. Es decir, se entra en una lógica competitiva. Muchas veces, y casi sin darnos cuenta, eso es lo que se refuerza en las relaciones interpersonales. Cuando decimos, como si fuera un piropo, que “mi niña es la más guapa de la clase”, o que “tu presentación ha sido la mejor”, entramos en este juego sin darnos cuenta. No se trata de hacer las cosas bien (“tu presentación ha sido brutal”), sino de hacerlas mejor que los demás (“ha sido la mejor”). Este es el primer paso para mirar a los otros para buscar indicios sobre nuestra capacidad y valía personal.

CÓMO SE PASA DE LA COMPARACIÓN A LA INSEGURIDAD


Muse Productions

La comparación no es azarosa: tendemos a compararnos con lo que nos sentimos inseguros. Si nos jode pasar las vacaciones en casa, nos fijaremos más en las fotos playeras de nuestro muro. Si nos raya una parte de nuestro cuerpo, será ahí donde centremos nuestra atención en cuanto pongamos un pie en la calle. La relación es simple: cuando algo me acompleja, miro a los demás para saber cómo lo hacen ellos. Este proceso tiene su propia lógica. Usamos la comparación para saber si lo estamos haciendo mejor o peor que los demás. Así, intentamos averiguar si lo nuestro es normal, o si debemos preocuparnos. Por eso esta conducta se activa ante las inseguridades; porque son las que más incertidumbre y miedo al rechazo generan.

CUÁNDO SE CONVIERTE EN UN PROBLEMA

Channel4

El problema de utilizar un mal criterio para aplacar nuestras inseguridades es que la tranquilidad que nos aporta es breve y escurridiza. Por eso, este proceso se salda con aún más inseguridades. En este sentido, la comparación lo tiene todo para volverse una conducta obsesiva. Cuando se activa, es facilísimo enredarse en una lógica de competitividad insoportable para ver quién lo hace mejor y qué papel ocupo yo en el (inexistente) podio de los logros sociales. Pero lo que más inseguridad reporta de este proceso es que la comparación llevada al extremo acaba por atrofiar el criterio propio. Porque, si constantemente me fijo en los demás para saber lo que tengo que hacer, acabo por no saber qué quiero hacer yo.

INCERTIDUMBRE, O LA NECESIDAD DE UNA HOJA DE RUTA


Norsk NRK

Todos tenemos dudas e inseguridades y vamos por el mundo sin tener del todo claro si hacemos las cosas suficientemente bien. Entramos en la vida adulta con una tremenda incertidumbre sobre lo que se espera de nosotros y si seremos capaces de estar a la altura. En este panorama, los demás pueden convertirse en un criterio de comparación que nos permite averiguar si nuestra ejecución cumple las expectativas. Es decir, miramos a los demás con la esperanza de que nos informen de algo sobre nosotros mismos. Y así, de paso, disminuir la desasosegante incertidumbre de si nos hemos convertido en personas de provecho, o en alguien mediocre. La putada es que la imagen que conseguimos a través de los otros siempre está borrosa porque, por mucho que nos digan, cómo estén los demás con sus vidas dice muy poco de cómo estás tú con la tuya.

QUÉ HACEMOS EN ESTOS CASOS


Antena 3

Siempre que queramos modificar un comportamiento debemos empezar por entenderlo. Saber por qué se produce y qué función cumple en nuestra vida. Echarse la bronca o pretender que desaparezca a base de proponérnoslo solo genera más frustración. Así, lo primero que debemos identificar para reducir las comparaciones son las inseguridades propias. El problema no es lo que hagan los demás, es la insatisfacción con lo que haces tú. No me cuentes lo guay que es no-sé-quién, cuéntame que es lo que no te gusta de ti. A medida que se enfoque así la situación, irá emergiendo lo relevante y lo que te va a ofrecer una guía más certera para manejarte en la vida: tu propia opinión.

Por José Manuel Campo