Apps de ligar

Ligar es conocer personas con la intención de desarrollar relaciones sexoafectivas. En una categoría tan amplia caben infinitas versiones: una pareja tradicional, una única relación sexual, una amistad con sexo, una relación abierta, una relación poliamorosa, una conversación morbosa o una quedada a tomar algo.

Quien quiera ligar, casi seguro que va tener que plantearse meterse en apps. Hay muchas variables que hacen de estos entornos un contexto peculiar, en el que se dan con más probabilidad un tipo de relaciones que otras. Por eso es más asequible encontrar por aquí un buen polvo que una buena conversación. Vamos a identificar los condicionantes externos que moldean nuestra conducta en estos entornos digitales para que aprendas a manejarlos en tu beneficio. Porque la única forma de ser un poquito más libres es identificar los hilos que gobiernan nuestra conducta.

El principal objetivo de las apps y redes sociales es mantenernos dentro de su entorno. Cuanto más tiempo permanecemos conectadxs, más datos recolectan y más nos exponemos a su publicidad. Viven de nuestra atención, por eso diseñan todos sus sistemas para mantenernos pegados a la pantalla. Esa es la razón por la que Instagram, por ejemplo, capa los enlaces a otras webs, o por lo que nos llenan los ojos de estímulos nuevos cada tres segundos en un scroll down infinito. Cada vez que salimos de la aplicación, es que algo ha fallado.

Para las apps de ligar esto tiene una implicación directa que convierte al amor en una paradoja: si encuentras pareja, dejas de usar la app. No solo les perjudica que encontremos pareja, va más allá: les viene fatal que cubramos nuestras necesidades sentimentales porque, si eso ocurre, dejamos de necesitar su servicio. Pierden un cliente. Adivina por tanto lo que no incentivan estas aplicaciones. Y no se trata de que boicoteen nuestras relaciones. La estrategia es otra: llevar las interacciones por otro lado, diseñar un entorno virtual que facilita relaciones de otro tipo:

  • La adicción al flechazo, «It’s a match!«. La reafirmación de nuestro atractivo a través de la validación externa. Esa droga de la que nunca nos cansamos. ¡Y que no tiene nada de malo! siempre y cuando nos demos cuenta de cómo pulsan esta tecla para tenernos enganchadxs perdidxs.
  • La posibilidad de la inmediatez, geolocalización mediante, hace que ese flechazo sea un reforzador mucho más potente. «A doce minutos hay una persona que te puede sacar inmediatamente de esta angustía y este vacío».
  • El catálogo humano que alimenta una promesa que se actualiza en cada refresh: «mira qué buena pinta, vas a encontrar a alguien guay, quién te dice que lo que anhelas no está en la siguiente tanda…»

Las consecuencias son las que todo el mundo que haya utilizado estas apps conoce: los ciclos de ilusión/decepción, una autoestima que baila al son de lo que refuerce la otra persona y una repetición incesante de conversaciones idénticas. Una asquerosa sensación de despersonalización «yo no soy así, por qué estoy hablando así o haciendo esto». Y, para rematar, siéntete un bicho raro por no aprovechar las bondades de estos sistemas, que parecen funcionar a la perfección para el resto del planeta.

Disclaimer: estas reglas del juego no son ni buenas ni malas, son las que le convienen a las apps y por eso las potencian. Otra cosa es que no concuerden con las que tú buscas. Afortunadamente, eso no hace que la herramienta sea inútil, significa que hay una cosas que pone más fácil que otras. El punto aquí es que conocer sus reglas de funcionamiento nos facilita utilizarlas a favor de nuestros objetivos. Vamos, que si quieres algo que no sea una conversación minúscula para echar un polvo o echar las tardes con el entretenimiento de un catálogo humano, te va a tocar hackear estas apps.

La primera pauta es general y aplica a todos los contextos en los que no queremos ser arrastrados por una inercia externa: TENER MUY CLARO TU CRITERIO. Antes de lanzarte a este bosque digital tómate unos minutitos para pensar qué quieres, cómo lo quieres y qué es lo que no vas a tolerar. Si no lo tienes claro, es mucho más probable que el control sobre tu conducta lo tenga la otra persona o el propio entorno digital. A continuación viene un listado de todos los objetivos legítimos que puede tener una persona cuando liga a través de apps:

  • Echar un polvo, o muchos.
  • Encontrar una pareja.
  • Tener una primera aproximación «segura» a este contexto.
  • Conocer gente nueva.
  • Entretenerse con una fuente de estímulos muy reforzantes.
  • Explorar áreas de la sexualidad propia desde la comodidad de casa.

En fin: TODAS LAS NECESIDADES SON LEGÍTIMAS (disclaimer obvio: siempre que no impliquen el abuso o el mal trato de otras personas). Lo único que necesitas es identificar la tuya y no cuestionarla. Buscar sexo no es una frivolidad. Buscar una pareja no es un acto de desesperación o dependencia. Cuando se trabaja este tema en terapia, la principal dificultad es que se ponen en cuestión las necesidades propias y tienden a disimularse, con las consecuencias tan nefastas que se explicarán más adelante.

Lo siguiente es aprender a sostener una conversación de calidad en este contexto, y no es fácil. Es muy chungo empezar una conversación desde cero con una fotografía, sobre todo si el contexto no lo facilita. Toca invertir un esfuerzo, como cuando aprendemos a relacionarnos en otros contextos. Todas las conversaciones con desconocidxs empiezan con una cháchara insustancial y, a base de preguntas y autorrevelaciones, se dirigen hacia terrenos más personales y estimulantes. Tendemos a evitar ese rato de cháchara porque se nos hace incómodo (como cuando nos hacemos lxs distraídxs en el portal para no coincidir en el ascensor con la vecina). El problema es que es un peaje inevitable para que cualquier interacción se dirija a buen puerto. En un contexto analógico, es más difícil escapar, pero en entornos digitales basta con dejar morir el chat. Para que las interacciones no empiecen con las fórmulas básicas pereza de siempre y mueran de desidia a las cuatro frases, toca hacer lo siguiente:

  1. Si te cargan las fórmulas básicas de siempre, no las utilices. Sustitúyelas por algo que sí te funcione: entra contando a saco lo que quieres, haciendo alguna mención a algún detalle de la foto, expresando la hartura por ese tipo de conversaciones, preguntando lo que quieras saber… Cuanto antes llegues a una conversación real en el que salga a la luz tu forma de ser, mejor.
  2. Si crees que merece la pena, dedícale tiempo y esfuerzo, como en cualquier otra conversación. Aquí es muy fácil echar la culpa a la otra parte, volver al catálogo humano y dejar morir la conversación. Gran parte de la incomodidad que se genera en este escenario es compartida porque es consecuencia directa del propio contexto, no de las personas que participan.

La última pauta general que manejo constantemente en sesión es EXPRESA DE FORMA EXPLÍCITA LO QUE QUIERES Y LO QUE NO. Si en el primer punto hablábamos de aclarar tu criterio, ahora toca aclarárselo a todas las personas con las que hables. Y aquí es preferible que te pases un poco de frenada a que no llegues. Te vas a ahorrar tiempo, malentendidos y sufrimientos. Recuerda que si no te encargas tú de llevar la interacción por donde tú quieres, acabará discurriendo por donde la otra persona marque. Poner límites es imprescindible para generar relaciones sanas, sobre todo en el terreno sentimental, donde nuestra intimidad se ve tan expuesta.

La principal enemiga de la expresión abierta de criterio propio es la deseabilidad. Consiste en ganarse un sitio en la vida de los demás a base de ser complacer sus deseos y expectativas. Comportarnos como quieren que nos comportemos, aunque eso implique cercenar las partes propias que no quepan en ese molde. Es decir, inhibir y eliminar todo lo que puede importunar a la otra persona. Uno de los muchos problemas de esta estrategia es pragmático: al final los deseos propios acaban saliendo y haciéndose notar. Si no es por una vía directa, es de formas pasivoagresivas o impulsivas. Todo el conflicto que se había evitado hasta entonces aparece entonces con bote acumulado, generando unas tensiones y un desengaño mucho más chungo. Si no queréis lo mismo, mejor saberlo cuanto antes.

Por último, añado algunos maravillosos ejemplos sobre cómo expresar explícitamente lo que se está buscando en una app de ligar:

  • «A mí es que estos rollos de hacernos lxs interesantes me cargan mucho y me sientan fatal. Si me apetece quedar contigo prefiero decírtelo.»
  • «Yo lo que busco ahora mismo es pareja. No porque esté desesperadx, es que es lo que quiero. No sé si te asusta o si buscas lo mismo, pero prefiero dejarlo claro para no llamar a equívocos»
  • «Yo lo que quiero es pasármelo bien y tener sexo, pero con alguien con quien pueda tener una conversación, que haya comunicación. No a saco».
  • «Me da la sensación de que me estás pidiendo un compromiso que me agobia porque no es lo que necesito en este momento. Yo no quiero tener que dar explicaciones».