CÓMO GANAR UNA BRONCA

PARA EMPEZAR: QUÉ ES GANAR UNA BRONCA

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Bold Films

Una bronca no se gana cuando te impones convenciendo al otro de que tu punto de vista es el correcto, ni cuando pretendes reprimirte y tener una cabreo elegante y discreto. De hecho, esas pretensiones te convierten en carne de cañón para el conflicto constante. Una discusión se gana cuando consigues explicar tu punto de vista, cuando limitas al máximo los jueguecitos de poder en los que ambos salís escaldados y cuando el cabreo lleva a un resultado concreto. Es decir, cuando sirven para algo. Hoy te proponemos es que desafíes a los grandes clásicos de las broncas y que no incurras en ellos en tu siguiente trifulca. Al principio no es fácil porque es a lo que se tiende habitualmente pero, si practicas, conseguirás que un mal rato no sea, además, estéril.

 

1. NO ARGUMENTES

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New Regency pictures

La imagen de dos personas enfadadas escupiéndose argumentos es tan cotidiana que resulta difícil ver lo insensato del planteamiento. Ninguna bronca se basa en una discrepancia de opiniones sin más, todas implican una reacción emocional: sentirte incomprendido, poco respetado, amenazado, frustrado, o algo por el estilo. Las broncas sensatas no pasan de puntillas por estos asuntos y los tratan como su asunto principal. La lógica, los silogismos y las argumentaciones cumplen la innecesaria función de justificar tus emociones, como si fuera necesario acreditar lo que sientes. Para la próxima, ahórrate batallitas dialécticas y habla de cómo te has sentido. Para eso, siempre ayuda hablar más en primera persona y dejar de pretender que el otro esté de acuerdo contigo.

Ejemplo: “Cuando me hablas con ese tono me siento idiota” en lugar de “Que no me hables como si fueras mi padre, que no soy idiota”.

 

2. CAMBIA REPROCHES POR PETICIONES

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El Deseo

Lo único que puedes hacer para evitar algo que te molesta es intervenir ANTES de que ocurra y eso requiere que hagas peticiones. Los reproches a posteriori, en cambio, abren la puerta para el contraataque con el típico “y tú más”. Por lo general, los argumentos en contra de pedir lo que se quiere son dos: (1) La creencia chorra de que tiene mucho más valor lo que hace el otro si le sale “de dentro” y (2) El miedo a sentirse pesado e intransigente. Piensa dónde quedan esas nobles intenciones cuando tienes una bronca: al otro no le ha salido de dentro nada que te haya dejado satisfecho y, encima, te conviertes en la voz de su conciencia reprochando algo que ya no puede cambiar.

Ejemplo: “Llámame cuando llegues porque estaré intranquilo” en lugar de “No me has llamado y por tu culpa no he dormido en toda la noche”.

 

3. NO REPITAS LA MISMA IDEA MÁS DE TRES VECES

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Fox Searchlight Pictures

En serio: si no se ha entendido las tres primeras veces, no se va a entender a la cuarta. O está fallando algo en vuestra comunicación, o el otro no está en disposición de entenderte. A efectos prácticos da exactamente igual. Entrar en bucle, otro clásico de las discusiones, solo sirve para que os calentéis la cabeza y os encabronéis aún más. Sé elegante, pospón la conversación argumentando que “crees que no estáis llegando a nada de valor” y que “prefieres dejarlo por el momento para no acabar odiándole”. Después, búscate una actividad que te distraiga para dejar de buscar argumentos por los que el otro es un cretino. Sin esa distracción posterior, es muy probable que vuelvas a la carga… y que vuelvas a estrellarte.

Algunas distracciones efectivas: hacer ejercicio físico, hablar con amigos, conducir con la radio a tope. En general, cualquier actividad gratificante que exija concentración será efectiva.

 

4. NO LE DIGAS AL OTRO CÓMO DEBE SENTIRSE

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DNA Films

Tampoco permitas al otro que lo haga. Lo aclaramos una vez más: las emociones son incuestionables. Cada uno se siente como puede, quiere o sabe y sí, muchas veces las emociones son miserables, poco razonables o infantiles. Pero nunca son irrelevantes. Aparecen y hay que entenderlas. Cuando os argumentáis el poco derecho que tenéis a sentiros como os dé la gana, lo que pretendéis es apagar un fuego con gasolina. Nada pone tanto a la defensiva a alguien como intentar mangonearle y tratarle como a un niño. Critica y exige cambios con lo que hace, con lo que dice o con las circunstancias que os atañen, nunca con cómo se siente. Si lo haces reaccionará a la defensiva, y con razón.

 

5. CAMBIA ADJETIVOS POR DESCRIPCIONES

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Lutzus Brown

No vamos a obviar un punto importante de cualquier bronca: la mala leche. Una bronca provoca que odies al otro por un rato y que quieras dejarle claro lo anormal que es. Nada más lejos de nuestra intención convencerte de lo contrario. El problema empieza cuando se cruza la frontera de las descalificaciones. Aquí nos referimos a cualquier valoración general negativa que hagas sobre el otro. Da igual que sea un contundente “eres un gilipollas” o el elegante “tienes un carácter intratable”. En ambos casos, lo que te espera es que tu contrincante se defienda con uñas y dientes y que la bronca descarrile por asuntos muy pocos productivos. La alternativa es que tus quejas se refieran a conductas concretas de la otra persona y que dejes los adjetivos para cuando comentes la jugada con tus amigos.

Ejemplo: “Me molesta que llegues tarde cuando quedamos con mis amigos” en lugar de “Eres un impresentable y un maleducado”.

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por José Manuel Campo