EL ARTE DE NO DECIDIR

SOBRE DECIDIR

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F
ox Searchlight

Pocas situaciones encienden mejor la mecha del drama que aquellas en las que tenemos que decidir. No es para menos, teniendo en cuenta los ingredientes básicos de cualquier decisión: un problema de cuyo resultado depende tu bienestar, un sinfín de alternativas con consecuencias inciertas y, al final, una elección que implica adherirse a una opción. Ante una decisión parece que solo tienes dos opciones: o la tomas o pasas de largo. Pero la realidad es mucho más estimulante en situaciones complejas de este tipo y abre una tercera vía: fingir una decisión, pero sin tomar partido por una opción que te obligue a abandonar las demás. A esto le vamos a llamar no-decisión. Hoy listamos algunos ejemplos clásicos de esta tercera vía, que es una de las que más adeptos cosecha. Por lo menos en consulta.

 

“¿TÚ QUÉ QUIERES HACER?”

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P
ixar Animation

La forma de no-decidir más sencilla: externalizar la responsabilidad. Tiene la ventaja de que quedas genial haciendo pasar tu indecisión por generosidad y filantropía. Además, si el resultado de la decisión del otro no es satisfactorio, puedes decir que tú hubieras hecho lo contrario. Es una estrategia especialmente útil para escurrir el bulto en las discusiones de pareja, o cuando no consigues ponerte de acuerdo con tus amigos. El gran inconveniente de generalizar esta forma de no-decidir es que, a base de no entrenar tu criterio, acabe tan atrofiado que ni tú mismo sepas lo que quieres y acabes vendido a los intereses ajenos.

 

HACERLO DE DOS MANERAS Y VER DESPUÉS CUÁL ES LA MEJOR

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arner Bros

Este tipo de no-decisiones son muy frecuentes en contextos profesionales, sobre todo si tienes un jefe primerizo. En lugar de decidir cuál es la mejor vía de actuación, se ejecutan todas y luego… “ya veremos”. Así, demoras la decisión durante un buen rato, todo el que tardes en llevar a cabo las dos opciones. El punto débil de esta no-decisión es que duplicas el trabajo sin necesidad y que te enfrentas más de una vez al temido momento de decidir: cuando lo aplazas y cuando no te queda más remedio que decidir sobre la marcha y presionado por las circunstancias.

 

PONERSE FATAL DE LOS NERVIOS SIEMPRE QUE TOQUE DECIDIR

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Warner Bros

Hay dos versiones de esta estrategia: (1) La natural: si no estás acostumbrado a tomar decisiones y, de repente, la vida te pone ante una elección complicada es inevitable que sientas ansiedad y dificultades para cumplir con esa responsabilidad. (2) La instrumental: consiste en hacer público el malestar que te genera tomar una decisión con el fin de que alguien con más iniciativa acuda a tu rescate y decida por ti. Este tipo de procesos son bastante frecuentes y no implican una intención maquiavélica y premeditada, pero es importante que sepas que existan para identificar cuándo estás incurriendo en ellos y plantearte estrategias menos incómodas para ti y para los que te rodean.

 

PENSÁRSELO HASTA QUE DEJE DE HACER FALTA

city lights
C
harles Chaplin Productions

La mayoría de las decisiones tienen una fecha límite marcada por el momento en el que ya no se puede ejecutar ninguna de las alternativas. La forma más clásica de no-decidir consiste en dar muchas vueltas a la decisión hasta que se cumpla ese plazo sin llegar a ninguna resolución. Se demora la decisión hasta que finalmente se evita. Esta estrategia es muy funcional cuando en realidad quieres quedarte como estás pero sufres alguna presión para “mejorar” tu situación en base a unos criterios que no son los tuyos.

 

LA PERVERSIÓN DEL TÉRMINO MEDIO

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Polygram Filmed Entertainment

Esta es una forma de no-decidir que podrás llevar a cabo cuando te toque mediar entre dos personas en conflicto. Consiste en adoptar una actitud salomónica y llegar a una solución intermedia que no satisfaga a ninguna de las partes para evitar un conflicto. Por ejemplo: A quiere ir a cenar a un restaurante elegante para la cena de Navidad, B quiere salir de fiesta y darlo todo hasta el amanecer. Como no os ponéis de acuerdo, acabáis yendo a tomar unas cañas y estáis todos con la cara larga porque a nadie le apetecía ese plan. Tiene la ventaja de que no te verás obligado a tomar partido por ninguno de los dos… y el claro inconveniente de que lo único en que estáis todos de acuerdo es que esa “decisión” ha sido la peor de todas.

 

¿QUÉ SE HACE EN ESTOS CASOS?

piratas
Walt Disney Pictures

Da igual lo creativa que sea tu estrategia, evitar una decisión siempre genera los mismos resultados: desasosiego ante la incertidumbre, culpa por no hacerte cargo de algo que depende de ti y la saturación de encontrarte constantemente el mismo problema por no haberlo cerrado previamente. El primer paso para ahorrarte estas penurias es identificar cuándo estás evitando tomar una decisión. Para eso, lo único que necesitas es un rato de honestidad contigo mismo. El rato que transcurre entre que apagas la luz y te duermes es inapelable. Nada provoca más noches en vela que una decisión queriendo ser tomada.

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por José Manuel Campo