RABIETAS INFANTILES: ¿quién tiene el control?
1. LA FUNCIÓN DE LAS RABIETAS
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Contra: EXPRESIÓN DE UN PROFUNDO DESEO
Para un adulto, es descorazonador ver a un niño llorar, patalear y verbalizar su desgracia. Lo primero es pensar que una expresión emocional de tal intensidad tiene que estar provocada por un sufrimiento acorde a tanta gravedad. En el caso de las rabietas esto no es así. Las rabietas son una sobreactuación emocional encaminada a obtener algo a través de otra persona. Un espectáculo de fuegos artificiales muy efectivo para manipular a los adultos a través de la lástima, la frustración o el desgaste.

Indicación: APRENDIENDO A SER UN ADULTO
Las rabietas son una fase normal del desarrollo de cualquier niño y su aparición no significa que los padres hayan hecho algo mal. El reto está en el manejo de esa conducta: dependiendo de cómo se haga, las rabietas pueden quedarse para siempre y amenizar su adolescencia al estilo de Hermano Mayor, o desaparecer gradualmente en cuestión de semanas. Esto las convierte en una oportunidad de oro para enseñarles a manejar bien su frustración e instaurar maneras más civilizadas de conseguir lo que quieren.
2. SOBRE LA IDENTIDAD DEL NIÑO
Contra: “¡CÓMO ES ESTE NIÑO!”
Cuando el niño se acostumbra a conseguir todo lo que quiere a través de las rabietas, este comportamiento se vuelve cada vez más frecuente. En este punto, los adultos que le rodean se olvidan del papel que han jugado en este proceso y atribuyen estas salidas de tono a la forma de ser del niño: “menudo carácter nos ha sacado”, “es que es muy cabezón, como su abuelo”. Como si esa forma de ser se diera por generación espontánea, sin que ellos tengan nada que ver. Estos mensajes no solo te hacen creer que no hay solución, sino que también el niño empieza a considerarlos parte de su identidad.

Indicación: REFORZAR ALTERNATIVAS
No se puede anular una estrategia inadecuada sin fomentar una alternativa más apropiada. Cuando se olvida esto en la educación infantil, se crean mucha tensión y confusión en las relaciones padres-hijo. Tan importante como marcar límites es reconocer las necesidades de cada niño, valorar de forma explícita todo lo que hace bien y premiarle cuando su forma de demandar lo que quiere no pasa por enrabietarse. Recuerda que los niños no están ni obligados, ni programados para portarse como tú quieres y que su conducta, apropiada o no, depende de lo que hagas para mantenerla.
3. LA REGLA DE ORO
Contra: TENERLE CONTENTO SIEMPRE
Los niños muchas veces se frustran, y eso no es malo. Pretender lo contrario sí lo es. Conceder a un niño todos sus caprichos establece una expectativa muy peligrosa: “cualquier cosa vale para conseguir lo que quiera y cuando quiera”. Hay que tener cuidado con no aplicar esta definición tan básica de tiranía. Si no, se corre el riesgo de convertir al niño en un amargado, incapaz de valorar lo tiene. Porque, cuando todo está a su disposición sin esfuerzo, “todo” empieza a ser insuficiente.

Indicación: LOS LÍMITES NECESARIOS
Es imprescindible enseñarle que una rabieta, por muy aparatosa que sea, es la peor manera de conseguir lo que quiere. Aquí solo hay un camino: negarle lo que esté demandando con una rabieta por mucho que llore, grite o patalee. Casi siempre lo que piden, explícitamente o no, son tres cosas: premios, atención y librarse de responsabilidades. Y, aunque muchas veces la petición del niño será legítima, es fundamental enseñarle que hay formas con las que se pierde toda la razón.
4. SOBRE MECANISMOS DE APRENDIZAJE
Contra: APRENDER DE SERMONES INFINITOS
Es importante que los niños aprendan ciertos códigos y reglas verbales por parte de sus figuras de referencia. Pero hay que tener en cuenta por lo menos dos variables para que las instrucciones sean efectivas: (1) Su momento evolutivo. Cuanto más pequeño es, más limitado es su lenguaje y, por tanto, su capacidad de aprendizaje por esta vía no es la que mejor resultado produce. (2) Congruencia. No se puede pretender que aprenda el valor del esfuerzo, o que no se puede tener todo en esta vida, mientras le permites que se salga con la suya cada vez que tiene una rabieta.
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Indicación: APRENDER DE LAS CONSECUENCIAS
La mejor manera de instruir a un niño en lo que es bueno o malo consiste en anunciar de forma breve y clara las consecuencias que va a tener cada uno de sus comportamientos. Siempre y cuando esas instrucciones sean coherentes con lo que ocurre después. Dos ejemplos: “Hasta que no me lo digas bien, no te escucho” y “Termina de cenar tú solo y te damos un helado de postre”. Anúnciaselo solo una vez y sé consistente con lo que le has dicho. Veras que no hay nada más efectivo para razonar con un niño que los actos consistentes con tus palabras.