Bullying para torpes: respuestas claras a prejuicios absurdos

La semana pasada tuve la suerte de estar en M21 Radio, la radio del ayuntamiento de Madrid, hablando sobre acoso escolar. Esta Psicodosis resume los mitos que nos quisimos cargar sobre este tema todos los colaboradores con la ayuda de  Ricardo Blanco y Laura Oliva, en su estupendo programa Extraordinarios

El resto del programa lo puedes escuchar en este podcast.

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«SON COSAS DE CRÍOS, LAS TÍPICAS RIÑAS DE RECREO»

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El acoso escolar es un término relativamente nuevo y toda la atención que suscita contribuye a la confusión y al alarmismo. Pero la solución no pasa por restar importancia, sino por tener una buena definición. Por acoso nos referimos a conductas agresivas, vejatorias e intimidantes que se dan (1) de forma reiterada, (2) con intención de hacer daño y (3) en una situación de desequilibrio de poder. No estamos hablando de niñatadas, hablamos de una situación que excede la capacidad de respuesta de quien la sufre y que genera consecuencias graves a corto, medio y largo plazo.

 

«SIEMPRE HA EXISTIDO Y NUNCA HA PASADO NADA»

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A24

¿Crees que no pasa nada? Mira a tu alrededor y fíjate en cuantos motivos para perder la fe en la humanidad: competitividad salvaje, violencia, indiferencia ante el sufrimiento ajeno… Es incoherente hasta la náusea normalizar la agresividad en el colegio y pretender vivir entre adultos cívicos. No se puede permanecer impasible ante el salvajismo entre niños y llevarnos las manos a la cabeza ante la agresividad adulta. Porque no existe una frontera y lo que empieza en el cole se desarrolla de forma continua hacia la sociedad en su conjunto.

 

«¡PUES QUE ESPABILE Y SE DEFIENDA!»

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Olvídate de la imagen típica de la víctima. Quienes sufren acoso escolar no son niños o niñas pánfilos que permanecen inmóviles ante la agresión: son supervivientes que luchan, se defienden y, por supuesto, también se vienen abajo. Porque su lucha no es contra una persona, es contra un grupo que, por acción u omisión, participa de la dinámica general. La única variable que tienen en común quienes son acosados es que muestran alguna diferencia con respecto al grupo. Da igual que sea la etnia, la nacionalidad, la sexualidad, su físico o sus resultados académicos; es la diferencia lo que se censura. Y es el odio a la diferencia lo que se fomenta cuando legitimamos el acoso. El resto de comportamientos, como el aislamiento o la inhibición, son las lógicas consecuencias de padecer esta situación, no su causa.

 

«ESTAS COSAS VIENEN BIEN PARA SACAR CARÁCTER Y FORTALECERSE»

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Home Box Office

Todo lo contrario: si el niño o niña no recibe un mensaje en contra, la agresión se interioriza. Esto significa que si nadie actúa acabará creyendo que sufrir esa agresión es lo normal o, peor aún, que se lo merece. Y eso es desgarrador, sobre todo en un punto de sus vidas clave para el desarrollo de la identidad. Personalmente tomé conciencia del impacto del acoso escolar al tratar a adultos por problemas que, en principio, no tenían nada que ver. Es escandaloso el número de casos en los que haber sufrido acoso escolar predispone para el desarrollo de problemas psicológicos en la vida adulta. Es lógico que, tras haber sufrido una situación así, la persona desarrolle una visión hostil de las relaciones con los demás y aprenda a ponerse a la defensiva.

 

«SIEMPRE HA HABIDO MATONES Y PRINGADOS. ES LA NATURALEZA HUMANA»

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No te equivoques: el bullying no es solo un asunto de quien acosa y de quien es acosado. De hecho, el acoso escolar no existiría sin espectadores. La presencia de quienes observan esa situación y, o bien la refuerzan explícitamente, o bien la toleran de forma pasiva, es clave para entender el fenómeno y, por tanto, también para eliminarlo. No es cuestión de repartir culpas, sino de entender el fenómeno. Está demostrado que las intervenciones más eficaces son las que implican a los testigos y les enseñan a no reír las gracias a quien acosa y a apoyar a quien es acosado. Esta idea básica es la que debemos fomentar todos cada vez que se hable de este tema: no rías las gracias de quien acosa, acércate a quien es acosado y ayúdale.

 

«¡TENDRÁ QUE OCUPARSE EL COLEGIO, QUE ES DONDE OCURRE!»

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El colegio tendrá que ocuparse también, pero no en exclusiva. Por muchos motivos, para empezar el problema no solo ocurre allí, sobre todo teniendo en cuenta que a través de redes sociales, el cyberbullying (acoso escolar a través de redes sociales) llega a la vida de los alumnos a todas horas y en cualquier contexto. También hay que tener en cuenta que, por muy preparados que estén los profesores, no necesariamente disponen de los recursos formativos y organizativos necesarios para abordar este tema. Y, por último, es muy miserable centrarse en echar balones fuera en lugar de adquirir responsabilidades para atajar un problema que genera sufrimiento en un menor. El acoso escolar es un problema que se genera por muchos factores, por tanto su solución solo se logra atacando en muchos frentes.

 

«BUENO, ¿Y QUÉ PUEDO HACER?»

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Desde el primer momento el mensaje a transmitir es: NO ESTÁS SOLO y LO QUE OCURRE NO ES TU CULPA. Para eso es crucial no permanecer impasible ante esta situación, transmitir un apoyo explícito. Lo primero es conseguir que se sienta respaldado y hable de su experiencia, para ello hace falta alguien que escuche (revisa esta psicodosis para que te ayude en este punto). Lo siguiente, si consideras que hay riesgo, es coordinarte con el resto de los agentes implicados (padres, colegio, alumnos). En líneas generales perseguiremos los siguientes objetivos: implicar a todos los alumnos para que dejen de reforzar las conductas de acoso, proteger a la persona que está siendo acosada y ayudarla a desarrollar habilidades que protejan contra esta situación: habilidades sociales y autocuidado.

Por supuesto un problema tan complejo como este excede la capacidad de respuesta de la mayoría de nosotros, por eso es fundamental coordinarse, buscar recursos y pedir ayuda profesional cuando se requiera.

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Por José Manuel Campo